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sábado, 31 de enero de 2015

Aparenta 5 kilos menos con tu uniforme


Escrito por  • FUENTE.
Con el verano a la vuelta de la esquina, ha llegado el momento de plantearte un cambio de uniforme para estar estupenda.
Aquí tienes 5 sencillos trucos de éxito seguro que te harán parecer más delgada sin hacer dieta o ir al gimnasio.



1. Di sí al monocolor
Llevar un uniforme monocromático es el primer paso y el más importante para crear una figura más alta y esbelta. Llevar un solo color crea la ilusión de parecer más delgada por la continuidad de color. No rompe la línea vertical como lo hace el llevar dos colores diferentes.
Otra manera de realzar tu cuerpo y camuflar las zonas problemáticas es llevando colores oscuros. Colores como el negro, marrón, azul marino, gris marengo, granate, verde oscuro y púrpura adelgazan. Lleva siempre aquellos estilos que mejor can con tu tipo de cuerpo. Ese blusón sanitario con el femenino cuello en U es genial para un uniforme monocromáticos. Los colores negro, marrón y azul marino son excelentes opciones.


2. Deshazte de todo lo que sea ajustado o demasiado grande
No te pongas nada demasiado ajustado—ya sea la parte superior o el pantalón. No hay nada que te haga parecer más gorda que llevar algo demasiado ceñido. Por otro lado, los uniformes demasiado grandes también te harán parecer más grande de lo que eres. Aunque resulta tentador esconderse debajo de un suéter grande y largo o meterse en algo que es demasiado ajustado, ninguna de estas estrategias funciona cuando quieres parecer más delgada. Esto es aplicable a todo el mundo. Incluidas las actrices.
La otra noche estaba viendo una serie de televisión en la que aparecía una bella actriz que tiene un cuerpo estupendo. Siempre está increíble en esa serie, pero en este episodio en particular llevaba un top demasiado ceñido. Los botones del pecho tiraban tanto que daba la sensación de que en cualquier momento iban a explotar. Si hubiera estado interpretando a la Mujer Maravilla que necesita arrancarse la camisa rápidamente para enseñar su traje, lo hubiera entendido. Esa camisa le quedaba tan mal que no prestabas atención ni a su actuación ni a su belleza—además de que le añadía 5 kilos por lo menos. ¡No quiero que cometas el mismo error!



3. Escoge los detalles estratégicamente
Una blusa con algún tipo de bordado atrae la atención hacia la parte frontal y central. Un corte flexible como el de un top estilo túnica le sienta mejor a tu figura ya que crea una apariencia más estilizada y favorecedora. Otra manera de parecer más delgada es llevando un cuello de pico. El cuello de pico crea una bonita línea vertical y una apariencia más esbelta y alargada. Échale un vistazo a esta blusa con un ribete que crea un bonito contraste.









4. Consigue unos pantalones que te queden perfectos
¿Estás buscando unos pantalones de uniforme que te hagan más delgada? Asegúrate de que son de la talla correcta. Llevar los pantalones adecuados puede adelgazar determinadas partes de tu cuerpo, como el trasero, las caderas y los muslos. Intenta llevar pantalones que no tengan ni bolsillos ni pliegues. Si no puedes vivir sin bolsillos, asegúrate que por lo menos sean pequeños y estén en un lugar del pantalón donde no añadan un volumen extra. Un pantalón recto crea una línea que resta kilos. Haz que los pantalones se extiendan hasta la parte superior del zapato para que tus piernas parezcan más largas.




5. Escoge los estampados adecuados
Si estás muy enganchada a los estampados y te cuesta llevar colores lisos, vigila el tipo de serigrafía que eliges. Escoger el estampado adecuado marca la diferencia a la hora de verte más delgada. Los estampados grandes y llamativos pueden causar la sensación de que eres mucho más grande de lo que eres en realidad.
Aquí tienes una blusa de Nrg con un estampado pequeño y femenino.

sábado, 24 de enero de 2015

¿Reconoces los signos del síndrome del trabajo a turnos?


¿Estás entre el 30 por ciento de los profesionales de la salud que trabaja en el turno de noche? Sí así es, ¿te sientes cansada frecuentemente? ¿tienes que luchar a menudo contra la falta de sueño? ¿te cuesta dormirte o permanecer dormida? ¿afectan los problemas de sueño a tu vida social, familiar o laboral? ¿llevas al menos un mes experimentando estas dificultades para conciliar el sueño?

Si has contestado sí a cualquiera de estas preguntas, sigue leyendo porque puede que sufres el síndrome del trabajo a turnos, un tipo de desorden del sueño que afecta al ritmo circadiano y que puede tener un impacto negativo no solo en tu rendimiento laboral sino también en tu calidad de vida e incluso en tu longevidad. La buena noticia es que simplemente siguiendo unas sencillas recomendaciones, puedes mejorar tu salud y bienestar y encarrilar tu vida de nuevo.

¿Qué es el síndrome del trabajo a turnos?

El cuerpo humano sigue de manera natural un ritmo circadiano, un periodo de aproximadamente 24 horas de vigilia y sueño, con deseo más fuerte de dormir entre la medianoche y las 6 de la mañana y entre las 14:00 y las 16:00.Tu ritmo circadiano de sueño-vigilia, que enlaza con los ciclos naturales de luz y oscuridad, está regulado por un reloj biológico interno ubicado en el núcleo supraquiasmático del hipotálamo. El trastorno del sueño y sus consecuencias se producen cuando intentas permanecer despierta cuando tu reloj biológico interno te dice que duermas, o cuando intentas dormir cuando tu reloj biológico interno quiere que estés despierta.

¿Cuáles son los síntomas principales del síndrome del trabajo a turnos?

No resulta sorprendente que durante el turno de noche, cuando tu reloj interno está diciendo que deberías dormir, te sientas excesivamente cansada, agotada y menos alerta. También debería resultar fácil entender por qué tienes dificultades para dormirte y permanecer dormida cuando el ritmo sueño-vigilia de tu cuerpo te manda estar despierta. Por eso, los principales síntomas del síndrome del trabajo a turnos son la hipersomnia, o somnolencia excesiva, y el insomnio.

¿Cuáles son las consecuencias del síndrome del trabajo a turnos?

  • El síndrome del trabajo a turnos normalmente lleva a una disminución de una a cuatro horas de las horas totales de sueño y a un sueño no reparador o con una calidad “insatisfactoria”.
  • La somnolencia excesiva, como consecuencia de la acumulación de horas de sueño perdidas y la disminución de la alerta circadiana, puede llevar a tener dificultades para estar alerta, concentrarse, recordar cosas y tomar decisiones. Además de problemas de coordinación vista-mano, dolores de cabeza, disminución del periodo de atención y aumento del tiempo de reacción.
  • Según un estudio del sueño del personal de enfermería, realizado por Kenshu Suzuki y varios de sus colegas, en el año 2005, los individuos que durante su turno de noche estaban excesivamente somnolientos, tenían más posibilidades de cometer errores en la administración de fármacos, clavarse accidentalmente agujas y manejar incorrectamente los equipos—errores que repercuten tanto en el personal de enfermería como en sus pacientes. Encuestas realizadas a los trabajadores sanitarios han demostrado que un 41 por ciento admite cometer errores debido a la fatiga. Un 19 por ciento informó que sus errores habían empeorado la condición del paciente. Estos resultados son consistentes con estudios que demuestran que solo dos horas de pérdida de sueño tienen el mismo efecto en el desempeño de una actividad que tomarse tres bebidas alcohólicas.
  • Los individuos con el síndrome del trabajo a turnos tienen mayor absentismo laboral, problemas gastrointestinales y digestivos, como acidez e indigestión, problemas cardíacos, incluyendo aumento del riesgo de infarto e hipertensión, carcinoma de pecho, útero y colon, ciclo menstrual irregular, resfriados y gripe y aumento de peso.
  • Los trabajadores a turnos tienen más accidentes de automóvil, especialmente conduciendo hacia y desde el trabajo, probablemente porque suelen conducir con fatiga y tienen el doble de posibilidades de quedarse dormidos al volante. De hecho, dos tercios de los trabajares a turnos dicen conducir adormilados después de su turno. Además, la irritabilidad, la impaciencia y los cambios de humor, como ansiedad y depresión, asociados a este trastorno, pueden arruinar relaciones laborales y familiares y las actividades sociales.

lunes, 19 de enero de 2015

3 recomendaciones sobre lenguaje corporal que todos los profesionales de la salud deberían saber

BY  • Fuente.

“No se preocupe, no creemos que sea un cáncer malo,” dijo ella con una sonrisa.
Después de recuperar la compostura y empezar a respirar de nuevo, espeté, “Vale, ¿qué es un cáncer bueno?”
Dar malas noticias a un paciente siempre es duro, no importa la cantidad de entrenamiento en empatía que hayas recibido. Como coach de comunicación, enseño a la gente que lo que dice tu cuerpo puede tener más fuerza que las palabras que utilizas o la empatía que compartes.
Recientemente leí las siguientes instrucciones para dar malas noticias: “Primero, ponte de pie cuando te dirijas al paciente, para que sepa quién está al mando. Segundo, sujeta una radiografía o cualquier otra prueba para demostrar que esto es serio y que tú eres el experto.” ¡Mal, mal, mal!
Aquí están mis recomendaciones:
1. Evita la postura de matón. Si estás de pie cuando el paciente está sentado, es  menos probable que el paciente hable ya que tu lenguaje corporal dice “matón.” En lugar de eso, ponte al mismo nivel que el paciente, bien sea sentado o de pie. Siéntate en un ángulo de 90 grados respecto al paciente o a su lado. Si quieres trasmitir que “yo soy el experto”, todo lo que tienes que hacer es colocar las manos con las palmas hacia abajo. Es más profesional y menos intimidante que estar de pie. Para animar al paciente a hacer preguntas, no tienes que decir nada. Simplemente gira las palmas hacia arriba  y establece contacto visual. Con una sonrisa amable y un asentimiento, le has comunicado al paciente de forma no verbal que es seguro hablar.
2. Olvídate de la prueba. La prueba es estupenda, pero no demuestra que eres un experto. Sin embargo, lo que si hace es proporcionar una razón para romper el contacto visual y ayudar a dar las malas noticias. La primera cosa que hace un paciente cuando recibe malas noticias es inspirar rápido y dejar de respirar momentáneamente. En este momento, el paciente no puede oír nada, por lo que deja de hablar y de establecer contacto visual. Mira la radiografía o el suelo, pero no al paciente. Rompiendo el contacto visual, permites al paciente reaccionar emocionalmente sin sentirse avergonzado o atosigado. Espera en silencio y escucha, quizá puedes añadir un lento asentimiento tranquilizador. Vigila con tu visión periférica si el paciente ha “empezado” a respirar de nuevo. Una respiración normal es el indicador clave de que el paciente es capaz de escuchar y entender la noticia. 
3. La tercera persona es la mejor persona. Utiliza la tercera persona cuando estés dando una mala noticia. Por ejemplo, di “La radiografía dice…” no “Tu radiografía dice…”, “El cáncer es…” no “Tu cáncer es…” Utilizando la tercera persona hace que el cáncer sea autónomo. La palabra “tu” implica propiedad.
Lo que haces y dices tiene un gran impacto en el pronóstico del paciente, por eso escoge tus palabras de manera inteligente y tus posturas cuidadosamente.

sábado, 17 de enero de 2015

5 cosas que nunca debes desear antes de que empiece tu turno


POR . FUENTE.
 “Si no tuviera mala suerte, no tendría ninguna suerte”

¿Te suena? Te lo juro, el universo a veces tiene un cierto sentido del humor. ¿Te ha pasado alguna vez que deseas algo y entonces el universo decide jugarte una mala pasada y darte justo lo contrario?

Pues bien, la enfermería es algo parecido. ¿Recuerdas por qué no decimos “parece que  hoy está la cosa tranquila” durante nuestro turno? Aquí tienes cinco cosas que NUNCA debes desear antes de que empiece tu turno, porque el universo te va a sorprender con su humor diabólico:

Esperar que te den el día libre

Ayer cuando saliste de trabajar había pocos pacientes. Te vas a casa cruzando los dedos con la esperanza de que, para tu turno del día siguiente, la cosa siga tranquila y te llamen para decirte que tienes el día libre. Lo que pasará es que al día siguiente habrá un montón de nuevos ingresos en tu unidad.

Esperar no tener que trabajar aunque tengas que estar disponible

Este es el hermano malvado de esperar que te den el día libre. Es el regalo que nunca terminarás de disfrutar. Se te concede tu deseo. Te llaman del trabajo y te dicen que hay pocos pacientes y que no hace falta que vayas, aunque debes estar disponible.  Tu felicidad dura lo suficiente para que cuelgues el teléfono y cierres los ojos…luego vuelve a sonar el teléfono. Adivina quién es. Acaban de ingresar varios pacientes y te necesitan en el hospital.

Esperar un turno tranquilo

Miras el censo de tu planta y echas un vistazo a los pacientes y a cómo está yendo todo en tu unidad. Piensas para ti mismo “Bueno, no pinta mal”. Estás disfrutando de tu pensamiento y de repente oyes un código por el altavoz. ¡Era demasiado bonito para ser verdad!

Suponer que hoy tu trabajo será fácil

Echas un vistazo a las tareas que tienes asignadas para hoy. No pintan mal. Las listas de la medicación para tus pacientes no son muy largas. No vas a tener que hacer muchos viajes y, a simple vista, los pacientes parecen encantadores. Luego, te iluminas. Parece que te han confundido con el personal de servicio. Si ellos están ocupados, eso es que hay mucho trabajo.

Planear hacer algo una hora después de que acabe tu turno

Esta es posiblemente la peor de todas. Que hayas “planeado” algo para una hora en concreto no significa necesariamente que a esa hora vayas a estar libre. Así que te pasas todo tu turno asegurándote de que acabas todo lo que tienes que hacer. Te vuelves supereficiente con todo lo que haces. La unidad es un “caos bajo control”. Pero durante  los últimos 40 minutos de tu turno, un paciente se descompensa y tu sueño de salir a tu hora se eclipsa por tener que salvar más vidas.
Enfermería. Nunca amarás un trabajo más duro.